Mire a su alrededor, ¿sabía usted que una de cada diez personas tiene una enfermedad mental? Poca broma. Y demos gracias a Dios por no vivir en EE. UU.

Sabe que el 50% de las enfermedades mentales que se producen a lo largo de la vida comienzan a los 14 años, y el 75% a los 24 años. Los profesores estamos preocupados, porque los factores externos que nos rodean: la pandemia, la guerra y la crisis continua de cualquier índole, se ceba con los jóvenes en su periodo de configuración. La suma y la envergadura de estas desgracias están incidiendo certeramente en estas edades y ya están provocando el incremento de esta dolencia en nuestros cachorros. Estamos viendo y constatando comportamientos anómalos en nuestra juventud. Los más mayores no estamos exentos de caer, pero tenemos más mecanismos de defensa. El suicidio es hoy la primera causa de muerte no natural en España y la primera de cualquier naturaleza en jóvenes.

Dicho esto ¿qué podemos hacer para mejorar nuestra salud mental y la de nuestro tesoro más preciado, nuestros hijos?

Los básicos:

Estar bien y mantenernos bien. Cuidarnos. Cuando uno está bien, puede ayudar a los demás.

Comer bien.

Mantener una vida ordenada.  

Dormir, darle importancia al descanso. 

Hacer deporte.

Trabajar (si usted puede y le dejan). Una mente ocupada es menos vulnerable.

Los no tan evidentes:

No dejar que la tristeza, los sentimientos de culpa, la ansiedad o el miedo se apoderen de uno y le atrapen. Evitar pensamientos negativos. No perder nunca la esperanza ni la ilusión. 

Hablar de ello. Expresar las emociones, los sentimientos. No tener miedo a confesar que “no me encuentro bien”. Romper el estigma. Cualquier problema tiene solución, excepto uno.

Mantener una vida social sana. Juntarse con personas que sumen. Evitar a aquellos familiares, compañeros o amigos que alteren su paz interior y su tranquilidad.

Desconectar del ruido. Dejar de ver las noticias en la tele, darse de baja de las redes sociales, ¡A la mierda! Unas vacaciones mentales.

No quedarse solo. Buscar un profesional, nadie mejor que un psiquiatra o un psicólogo podrán ayudarle. Esta enfermedad tiene tratamiento.

Y, por último, para todos los demás, los que aún seguís cuerdos, haced el favor de ser más amables y tolerantes con nosotros, los locos.      Ω