REDACCIÓN - Esa noche Julio estaba de fiesta celebrando su vigésimo cumpleaños cuando de madrugada el coche en el que viajaban impactó contra unos arbustos en Majadahonda. En aquella época, el futuro cantante estaba estudiando derecho y practicando su principal pasión que era el fútbol: acababa de fichar como portero en el Real Madrid B.  Cuando Julio despertó en el Hospital Eloy Gonzalo conoció la triste noticia de que tendría una convalecencia de al menos de un año y se vería obligado a abandonar el mundo del deporte. A partir de entonces comenzó una lucha de superación personal en la que le ayudó en todo momento su padre Julio Iglesias Puga que incluso llegó a cerrar su clínica de ginecología para dedicarse a ayudar a su hijo en la recuperación. Y allí en la cama del hospital fue donde Julio Iglesias para matar las horas cogió una guitarra y empezó a componer canciones. Cuentan que fue un enfermero el que le regaló la guitarra para que el paciente ejercitase los músculos de las manos y que fue allí, en la cama de aquel hospital madrileño donde Julio Iglesias compuso la canción “ La vida sigue igual” con la que ganaría el Festival de Benidorm de 1968. Y ahí arrancó la historia del artista español más internacional.

Todo comenzó en la madrugada de hace sesenta años. Aquí en Majadahonda. Un accidente, un fatal contratiempo. Un momento terriblemente doloroso. Un cambio de vida, de paradigma. Si aquello no hubiera ocurrido hace sesenta años, ¿la vida para Julio seguiría siendo igual?